jueves, 31 de enero de 2013

Azhar la ciudad de los viajeros




Azhar la ciudad de los viajeros


El pueblo que fue consumido por las llamas, cada vez se veía más pequeño en el horizonte siendo solo distinguible por las leves columnas de humo que aun brotaban de las estructuras quemadas a espaldas de una silueta envuelta en una capa negra. Avanzaba a paso lento sobre ese camino de tierra bordeado por arboles desconociendo donde lo llevaría pero siguiendo a pesar de ello su constante marcha con sus ojos puestos en el horizonte con una expresión ausente presente en todo su rostro como alguien cuyas ganas de vivir habían sido extinguidas de la noche a la mañana.

—Este camino parece eterno, ni un alma a la vista…  —murmuraba el viajero para sí mismo buscando con su mirada algún objeto, rastro, cualquier cosa que le diera alguna pista de donde se encontraba y hacia donde lo llevaba esa ruta abandonada.

Luego de varios minutos recorriendo ese sendero, decidió detenerse a la sombra de unos árboles y tomar un descanso antes de continuar su marcha. Tomo asiento a la sombra de dos árboles muy frondosos protegiéndose del abrasador sol que bañaba el camino con mucha intensidad. Su mirada recorrió por primera vez con detalle el lugar donde se encontraba llevándose una sorpresa debido a que su padre le había contado muchas historias de sus viajes y la gran mayoría empezaban en ese mismo lugar por el cual ahora viajaba el.

—Papá, espero que este viaje sea como el de tus historias  —murmuro soltando un suspiro llevando sus ojos hacia el cielo azul solo manchado por unas pocas nubes blancas.

—Como desearía que estuvieras conmigo, guiándome, me siento tan perdido sin ti  —murmuro dejando de nuevo su dolor en la soledad del camino ya que jamás dejaría que nadie lo viera entregarse a estos momentos de dolor que lo consumían por dentro, debía siempre mostrarse fuerte y decidido.

En medio de su dolor el joven cayo presa de Morfeo entregándose a un descanso agitado pero necesario ya que llevaba un día completo caminando sin dormir o comer nada. Pasaron varias horas y el sonido de los relámpagos a lo lejos fue lo que quebró su descanso abriendo los ojos sobresaltado. Se levantó presuroso, tomo sus cosas y retomo su marcha en busca de algún refugio de la tormenta que pronto cubriría ese bosque por completo.

Corrió varios kilómetros observando las nubes negras cernirse sobre el cielo azul eclipsando el sol por completo trayendo una oscuridad casi total debido a el espesor de las nubes. Sin darse cuenta el terreno a su alrededor empezó a cambiar, había dejado atrás los espesos bosques y el camino de tierra para desembocar en una zona rocosa sobre un camino de grava. El haber corrido sin tomar en cuenta la ruta lo había llevado hacia un lugar que no reconocía y que seguramente estaba muy lejos de su ruta principal, con eso en mente decidió primero encontrar una cueva para resguardarse de la lluvia y luego cuando hubiera amainado, escalar a la cima de una de esas rocas y buscar el camino de tierra nuevamente.

Escucho los primeros relámpagos a su espalda y el sonido de las gotas chocando contra las rocas anunciando que la tormenta empezaba y el aún no había encontrado algún refugio donde resguardarse. Había empezado a resignarse sobre encontrar resguardo cuando vislumbro a lo lejos una abertura en la cara de la montaña, un suspiro de alivio salió de sus labios y corrió sobre las rocas pero a pesar de ello la cueva se encontraba demasiado lejos y cuando llego el temporal había empapado su capa y parte de su ropa.

—Maldición, al menos ahora tengo un lugar donde secarme —murmuro retirando la capa de su espalda y revisándola, por suerte solo estaba mojada, había temido que su carrera anterior la hubiera rasgado de alguna manera.

—Veamos ahora si, donde vine a parar... —musito volviendo a colocar la capa en su espalda y barriendo la cueva con sus ojos notando que no era una pequeña gruta como había creído en un principio.

Frente a él se abría una caverna enorme. Desde el lugar donde estaba se podía observar un descenso hacia un nivel muchos metros bajo la tierra envueltos en una oscuridad profunda. Siendo otra la situación nunca hubiera pasado por su cabeza el adentrarse en un lugar como ese pero necesitaba aprender más sobre cada lugar donde iba ya que ahora su vida sería viajar por el mundo y no podía tener miedo de lo desconocido.

—Veamos que tenemos aquí… -dijo para sí mismo mientras sacaba una tela seca de su chaqueta bajo la capa, la envolvió en una madera y usando un par de rocas creo la chispa necesaria para fabricarse una antorcha que le trajo la suficiente luz para empezar su descenso.

Cuando los primeros destellos de la antorcha bañaron las paredes rocosas de la cueva, su rostro fue invadido por la sorpresa total. No era una caverna como y corriente, frente a él se extendían corredores abiertos en las rocas, escaleras naturales y una infinidad de túneles todo rodeando un lago hermoso varios metros más al fondo de donde se encontraba. Era como ver un palacio tallado por la mano humana pero este había sido echo por la naturaleza misma siendo algo hermoso de admirar.

—Vaya que belleza, toda oculta bajo la tierra —comento recorriendo los corredores de la caverna viendo si alguno de ellos lo llevaba hacia una salida ya que veía muy difícil regresar por donde vino debido a la inclinación de varios de los caminos claramente hechos para descender pero no para subir de nuevo.

Camino por lo que asumió fueron muchas horas a través del mismo pasillo dentro de la montaña en donde la única luz que tenía era la de su antorcha cuyos destellos amarillentos se reflejaban en las rocas del techo y el suelo mostrándole un paisaje como tallado por un gran artista. Parecía que el túnel jamás terminaría pero cuando iba a regresar sobre sus pasos vislumbro una salida a no más de unos metros de donde se encontraba. Agradeció haber encontrado una salida ya que su antorcha estaba cerca a consumirse y dentro de tanta oscuridad, estaba seguro que jamás podría encontrar materiales para fabricar una segunda fuente de luz y calor. Viendo su fuente de luz casi extinta, apretó su paso logrando alcanzar la salida del túnel cuando los últimos destellos de su antorcha se extinguían por completo.

—Al fin, empezaba a sentirme que jamás saldría —murmuro dejando caer sobre el piso de piedra los restos de su antorcha mientras su mirada por unos momentos quedaba puesta en la salida que podía verse a lo lejos por donde filtraba luz solar.

Limpio sus manos de todo resto y empezó el ascenso por la pared de roca hacia la salida en lo alto de la caverna. Le tomo algunas horas más el subir la inmensa pared, debido a eso cuando al final logro alcanzar la cima, solo quedaba un destello anaranjado que indicaba el crepúsculo por lo cual sin perder tiempo salió de la caverna dispuesto a aprovechar los últimos rayos de luz para descubrir donde lo había llevado esa caverna tan majestuosa que había dejado atrás. Cuando sus ojos se hubieron acostumbrado de nuevo a la luz natural, quedo unos momentos en shock total.

—No puedo creerlo —musito saliendo del lumbral de la caverna topándose a no más de algunos metros lejos de él, una ciudad gigantesca iluminada por todas las luces que brotaban de las ventanas de los hogares y los negocios.

A pesar que su cuerpo estaba muy agotado por la excursión por toda la cueva, busco fuerzas donde ya no le quedaban para poder avanzar hasta la ciudad y tener un descanso digno en alguna posada. Mantuvo un paso normal agradeciendo que toda la ruta fuera en bajada, llegando a la entrada cuando el ultimo rayo del crepúsculo se perdía en el horizonte dejando a la luna como única fuente de luz. Desde ese lugar le fue posible apreciar la ciudad por completo, notando algo extraño en los habitantes de la misma.

Por donde veía, solo se podían vislumbrar viajeros, incluso los negocios, eran ambulantes la gran mayoría. Estaba muy extrañado por todos esos aspectos de la ciudad y camino entre la gente hasta una taberna donde seguro lograría encontrar información. Al momento de entrar, un fuerte aroma de licor lleno su nariz atontándolo por momentos, se tomó unos minutos y luego se acercó a la barra donde el cantinero del lugar.

—Disculpe, pero me podría decir, ¿Por qué, esta ciudad solo tiene viajeros? —cuestiono el joven mirando al hombre de espesa barba y cuerpo corpulento a la vez que pedía también algo de tomar, agotado de su viaje.

—Esta es Azhar, la ciudad de los viajeros, este sitio es un punto de encuentro para todos aquellos que se dirigen hacia el castillo del desierto —respondió el hombre sirviendo un vaso con la bebida del joven mientras tomaba asiento tras la barra.

— ¿El castillo del desierto? —pregunto curioso el joven dando un trago de su vaso disfrutando de la sensación de un líquido a parte del agua, mojar su garganta.

—Si, en esta ciudad, los viajeros reabastecen sus provisiones y sus armas para poder sobrevivir el paso por el desierto, ya que es la única manera de continuar si no se posee un barco —dijo el hombre levantándose y dejando al joven solo mientras atendía los demás clientes.

El joven, luego de haber escuchado la respuesta del cantinero, apuro su bebida, dejo pagando todo y salió de ahí con mil cosas en su mente. Basado en lo que averiguo, no tenía otra alternativa que continuar su marcha a través del desierto, por lo cual resolvió descansar bien esa noche y en la mañana abastecerse de todo lo que necesitaría para no morir bajo el ardiente calor de las arenas mortales. Camino hacia una posada muy sencilla, una vez dentro pago un cuarto por la noche y subió por las escaleras hacia el piso superior del lugar. A penas llego al cuarto, había pensado acostarse y organizar lo que haría, pero al momento que su cabeza toco la almohada cayo en un sueño profundo delatando todo el cansancio que su cuerpo llevaba contenido desde que había huido de la tormenta.

lunes, 28 de enero de 2013

El inicio del Viaje



El inicio del viaje


El día despuntaba bañando con su luz cada rincón del mundo, pero aun así, en un lugar de los reinos, podía sentirse una densa oscuridad creciendo. En un rincón del bosque al sur del continente, al pie de una tumba, se podía ver a un joven no mayor de 17 años dormir con sus manos aferradas a una espada muy antigua y cuya vaina estaba muy desgastada. Los primeros rayos solares que se filtraron entre el follaje provocaron que el joven empezara a despertar y su primera acción fue recorrer el lugar donde se encontraba con la mirada con la esperanza que todo lo sucedido la noche pasara fuera un simple sueño nada mas.

—Creo que si fue todo verdad…—murmuro con dolor observando la piedra frente a él sin ningún tipo de señal o escrito en ella. Soltó un suspiro de tristeza mientras con la punta de su espada tallaba en la roca el nombre de su padre y un mensaje muy sencillo. “Aquí yace Ephraim, guerrero sin igual, gran hombre, padre y esposo abnegado, que su recuerdo viva por siempre en sus seres amados”.

—Es momento de regresar, padre vengare tu muerte, no quedaran impunes —comento manteniendo su temple mientras tomaba la espada de su gran héroe y la colocaba en su cintura tal como su padre siempre la llevaba.

Observo unos momentos el último lugar de descanso de su padre, como la luz del sol bañaba la lápida resaltando las palabras escritas en ella. Suspiro brevemente y giro empezando su marcha de regreso hacia su pueblo pero solo sería por unos momentos, ya que esa misma tarde saldría en un viaje para prepararse y poder enfrentar a quienes mataron a su progenitor. A pesar que tenía prisa por dejar ese lugar, no hacía nada para acelerar sus pasos, ya que a medida que avanzaba por el terreno, a su mente venían los recuerdos de la noche pasada, como se suponía que solo harían un viaje de dos o tres días y luego estarían de regreso en su hogar los dos como siempre había sido desde la muerte de su madre.

Su marcha se prolongó por muchas horas pero finalmente llego a el lugar por donde entro con su padre, aun se podían ver las huellas suyas y las de el sobre la tierra provocando un nuevo suspiro en el joven. Observo por algunos instantes las huellas pero sacudió su cabeza y continúo su marcha.

—No debo distraerme, tengo que permanecer concentrado en mi deber —murmuro en un tono neutral diferente por completo al que usaba normalmente mostrando un cambio bastante drástico en él.

Cuando abandono por completo el resguardo de los árboles, noto varios lugares con charcos de agua mientras avanzaba por el camino de tierra y piedras. Su paso era lento y algo distraído al punto que no vio un agujero en el camino tropezando y cayendo sobre uno de los miles de charcos que pululaban por todo el camino. Apoyo sus manos sobre la superficie húmeda y fangosa observando su reflejo sobre el agua repleta de tierra. Su rostro había perdido toda la calidez que algún día tuvo, una expresión neutral y unos ojos muertos adornaban su rostro.

—Supongo que es la cara de quien a perdido todo —musito levantándose y limpiando tanto sus manos como su ropa de agua y lodo luego de lo cual ajusto de nuevo sus armas y retomo su marcha hacia el pueblo.

Hace un día todo ese trayecto había pasado en minutos junto a su padre pero ahora que lo recorría de regreso sin él, se había vuelto eterno. Finalmente luego de mucho caminar  bajo el ardiente sol, logro vislumbrar los muros blancos y algo desgastados de la ciudad. La verdad hubiera preferido no llegar a la ciudad, ya que no quería ser quien diera la noticia que el único guerrero del pueblo había caído muerto en el bosque durante un viaje de exploración pero algo le decía que no tendría que hacerlo ya que a medida que se acercaba lograba ver leves columnas de humo brotar de todo el pueblo.

Preocupado acelero su marcha solo para encontrarse con un escenario que aumento su rabia todavía más. Frente a él su hogar se encontraba en ruinas, los edificios estaban carbonizados y algunos aun ardían o soltaban leves columnas de humo mostrando que el incendio se había consumido no hace mucho, apretó sus manos con enojo mientras entraba en lo que alguna vez fue su hogar buscando algún sobreviviente a tremenda destrucción. Sus pasos lo llevaron por cada casa y negocio pero no encontró nadie, ni cuerpos ni nada, era como si hubieran desaparecido por arte de algún hechizo, al menos eso era en todos los edificios menos en el principal donde vivía el líder de ese pueblo.

Despacio se acercó al edificio  antes tan majestuoso, ahora solo quedaba una estructura carbonizada, aun con fuego en algunas partes pero de pie gracias a que fue construido con piedra y no madera. Con cuidado retiro los escombros que bloqueaban la puerta y entro en el recinto encontrando el cuerpo del alcalde con muchas quemaduras. Se acercó a él y noto que seguía respirando, rápido uso su camisa para formar una almohada improvisada mientras traía un poco de agua que encontró en la cocina y trataba de calmar el dolor del anciano.

— ¿Señor que fue lo que sucedió aquí? —cuestiono el joven observando los ojos del anciano mientras pasaba el trapo húmedo por su rostro limpiando las quemaduras y todo rastro de cenizas de la piel del pobre hombre.

— ¿Eres tú el hijo de Ephraim? —pregunto el hombre tosiendo un poco por todo el humo que llenaba sus pulmones acercándolo cada vez más a la muerte.

—Sí señor, yo soy su hijo, dígame por favor ¿Qué sucedió en el pueblo? ¿Quién hizo esto? —cuestiono apremiante tratando de obtener alguna información antes que ese hombre tan bueno y justo, cayera en el sueño eterno como suponía le había pasado al resto del pueblo.

—Unos bandidos, nos atacaron en la noche, consigo llevaban hechiceros, magos de un reino que todos pensábamos había sido destruido pero, cof cof, al parecer no fue así –murmuro tosiendo esta vez mas fuerte comenzando a mostrar problemas con su respiración. El hombre tomo unas bocanadas de aire con tal esfuerzo que parecía que su vida se iba en cada una de ellas. —Eran muchos, realizaron un hechizo muy extraño y toda la gente del pueblo desapareció, solo quede yo debido a un amuleto que me dio mi madre hace mucho, ellos quemaron el pueblo, lo consumieron todo y luego vinieron por mí —murmuro cada vez más débil mientras buscaba entre sus ropas quemadas un pedazo de tela que había logrado tomar de uno de los asesinos.


—Este es su símbolo, llévaselo a tu padre, el sabrá como dar con ellos…. —murmuro dejando en la mano del joven un pedazo de tela quemado antes de caer muerto por sus heridas. La tela estaba quemada casi por completo pero aún se lograba distinguir la misma insignia de los mercenarios que habían matado a su padre.

—Mi padre no vive más, pero yo los encontrare y acabare con ellos… —murmuro sabiendo que el hombre ya no podía escucharlo sintiéndose más furioso que antes al ver que no solo tomaron a su padre sino también su hogar.

Llevo al hombre con el hacia el patio del edificio, recostó el cuerpo sobre la tierra y empezó a cavar una tumba para el anciano. Le tomo un par de horas pero  cuando estuvo lista, tomo el cuerpo del hombre y lo bajo con cuidado dentro de la tierra hasta recostarlo en el fondo. Volvió a cubrir el agujero con tierra y ofreció una oración silenciosa para el alcalde de su hogar, cuando termino todo giro y salió del edificio hacia la plaza principal del pueblo.

Camino algunos metros hasta una casa totalmente en ruinas, recorrió los escombros hasta el patio de la misma viendo una tumba. Se arrodillo frente a ella  y recorrió la lápida con las yemas de sus dedos sonriendo con algo de tristeza.

 —Madre, perdón por no traer a papá a tu lado, pero tranquila él está en lugar muy hermoso, igual que este —murmuro en conjunto con unas palabras antiguas restaurando la vida de las plantas y los árboles. Se levantó viendo el lugar de descanso de su madre de nuevo hermoso y sabiendo que siempre estaría así comenzó su marcha a la salida del pueblo.

Camino esta vez de forma apresurada hasta llegar a la entrada principal del pueblo donde solo quedaban las ruinas de las torres de vigía. Paso junto a los escombros y giro una vez más mirando por última vez su hogar, soltó un suspiro y se encamino hacia el frente siguiendo una ruta que jamás había recorrido, no sabía a donde lo llevaría este viaje que iniciaba pero no importaba donde terminara, vengaría la muerte de su padre y la destrucción de su hogar, no habría lugar en la tierra donde esos mercenarios lograrían esconderse de él.

Los primeros pasos hacia las sombras



Los primeros pasos hacia las sombras


Han pasado muchos años desde la profecía dada sobre el hijo de una humilde familia que forma parte de un pueblo pobre y sencillo. Todo parecía indicar que el destino del niño iba por buen camino pero lo divertido del futuro, es que no puede ser predicho con exactitud, ya que solo un pequeño evento, puede cambiarlo todo de un momento a otro. Durante todo ese tiempo, el niño había crecido en un joven fuerte y de espíritu noble gracias a las enseñanzas de su padre, él era su modelo y su adoración, quería mucho a su padre y estaba muy orgulloso de ser hijo suyo pero una tarde común y corriente de entrenamiento se convirtió en el inicio de un dolor sin precedentes que lo llevarían hacia un lugar oscuro, del que no podría salir con facilidad.

—Hijo esta tarde, exploraremos el bosque que rodea la entrada sur del pueblo, muchos de los vigías han visto criaturas rondar los lindes y debemos tomar medidas precautelarías —dijo su padre mientras se vestía con una armadura de acero y cuero, muy ligera pero no brindaba mucha protección para los ataques con armas de largo alcance como lo eran los arcos y las lanzas, únicamente para combate cuerpo a cuerpo.

— ¿Muy bien padre, entonces esto será un ejercicio de campo? —cuestiono el joven mientras se colocaba un traje similar al de su padre pero más pequeño, lo cual lo volvía mas ágil pero sacrificaba la defensa. Una vez vestido tomo una espada que su padre había forjado y la coloco en su espalda dentro de una vaina de cuero la cual no lo ralentizaba y le daba fácil acceso a su arma en un momento de necesidad.

—Exactamente es eso, veré que tan listo estas para un combate real, pero no te preocupes, yo estaré a tu lado en todo momento cuidando tu espalda —dijo su padre mientras le mostraba una sonrisa muy segura que inspiraba tanta confianza en quien la veía, lo cual llevaba a quienes luchaban junto a su padre, a poner sus vidas en manos de el sin dudarlo.

Luego de esa conversación corta, tanto padre como hijo, terminaron de prepararse y salieron de su hogar. Caminaron algunos minutos hasta salir del pueblo y llegar al inicio del área boscosa en donde buscaron primero alguna señal de criaturas, algún rastro que los guiara hacia el nido de ellas. Luego de buscar algunas horas, el joven dio con un leve rastro de una criatura de aspecto muy similar a un león, pero de aspecto monstruoso y muy peligroso.

—Hijo, estas no son criaturas normales, son seres que no deberían vivir en esta parte del continente —comento su padre observando las pisadas y los árboles derribados mientras en su mente trataba de buscar la razón por la que esos seres hubieran aparecido tan lejos de su habitad normal.

— ¿Pero padre, tu puedes con ellos verdad? —pregunto con la certeza que su padre le daría una respuesta afirmativa ya que para él, no existía ninguna criatura que su progenitor no pudiera vencer o ahuyentar con mucha facilidad.

—Si hijo mío, no te preocupes, yo te protegeré —dijo el padre mostrando una vez más esa sonrisa segura mientras que en su mente un millón de pensamientos se arremolinaban, sabiendo que aun siendo un guerrero experimentado, si había un gran número de esos seres, con mucha seguridad podrían ser vencidos o en el peor escenarios, asesinados.

Luego del intercambio de palabras y de haber encontrado el camino que recorrían esos seres cada día, ambos ajustaron sus armas y emprendieron la marcha internándose entre los arboles hacia un destino incierto y sumamente peligroso. El trayecto había tomado horas, y muy pronto vieron como el sol caía en el horizonte y las primeras estrellas cubrían el cielo. Siendo un guerrero ya viejo, el padre sabía que avanzar de noche los convertiría en un blanco muy sencillo para esas criaturas que acostumbraban la caza en las penumbras. Caminaron hasta que el ultimo rayo de luz solar se extinguió y el mayor dio el alto a la travesía por esa noche parando en un claro junto a un lago cristalino.

—Hijo acamparemos aquí y mañana cuando despunte el día, continuaremos la búsqueda de esas criaturas —dijo con calma mientras empezaba a recoger leña para una fogata y buscaba algo que usar como cebo para pescar algo para la cena.

—Está bien padre, permite que te ayude —dijo el joven caminando por el borde del lago buscando algún insecto que pudiera servir como cebo pero encontró algo mucho peor. Mientras caminaba sintió que algo lo observaba y al girar se encontró con un ser espeluznante. Un animal similar al león, de casi 3 mts de alto, lo observaba desde unos árboles a pocos metros de él, su cuerpo quedó paralizado y solo logro pronunciar un grito cuando el animal salto sobre él.

—¡¡¡Hijo!!!!! –grito el hombre mientras corría a toda velocidad siguiendo la orilla del lago rogando a los dioses que su hijo no hubiera muerto presa de alguna criatura del bosque.

Gracias al entrenamiento que le dio a su hijo, este había logrado esquivar el ataque de la bestia justo a tiempo evitando su muerte segura. Una vez que estuvo seguro que su hijo estaba a salvo, confronto a la criatura, que debido a su gran tamaño, no podía moverse con soltura entre tanta maleza al borde del lago, lo cual fue aprovechado por el hombre dando una muerte rápida a la bestia. Cuando el enorme animal se desplomo sin vida sobre la tierra, un respiro de paz escapo de sus labios pero fue sofocado casi de inmediato por el rugido de 4 seres iguales al que yacía muerto en el suelo. Un gesto de horror y miedo se manifestó en el rostro del guerrero mientras tomaba a su hijo y emprendía una retirada rápida hacia su campamento sabiendo que contra 4 de esas criaturas sus muertes estaban casi aseguradas.

Llegaron al campamento con esas criaturas siguiéndolos muy de cerca, la mente del mayor trabaja a toda velocidad con la única idea de salvaguardar la vida de su hijo. Cuando el plan estaba casi listo, el sonido de unos caballos lo distrajo y formaron una sonrisa de alivio al ver a unos guerreros acercarse a ellos. Poco a poco la calma regresaba a él, mientras observaba como las 4 bestias caían bajo las armas de esos guerreros de armaduras muy extrañas. Cuando la última de esas criaturas exhalo su aliento final, se acercó a ellos con la intención de agradecer su ayuda.

—Muchas gracias, sin ustedes nuestra muerte hubiera sido más que segura —dijo con una expresión de gratitud en el rostro mientras extendía su mano a los hombres. Una sonrisa muy extraña se pudo vislumbrar bajo los mantos que cubrían el rostro de los hombres cuando sin previo aviso, el líder de ellos movió su espada perforando la armadura del viejo guerrero junto con su corazón extinguiendo su vida.

—¡¡¡Padre!!!! –grito con dolor e impotencia el joven observando al hombre que había sido su modelo, su más grande héroe, caer al suelo con su corazón perforado mientras vislumbraba a los asesinos huir logrando captar el sello de un grupo de mercenarios muy conocido en una de las armaduras mientras se alejaban a caballo.

El joven corrió hacia su padre logrando tomarlo entre sus brazos mientras los últimos suspiros de vida abandonaban el cuerpo de ese gran guerrero.

—Hijo lamento que no podre verte convertido en un gran hombre—musito con mucho esfuerzo el hombre estirando su mano hacia el rostro de su hijo y tocaba su mejilla.

—Serás el más grande de todos, tu traerás un gran cambio a los reinos, sé que estaré muy orgulloso de ti, mi pequeño…. —murmuro con sus últimas fuerzas, miro a su hijo a los ojos y sonrió como siempre lo hacía antes de cerrar sus ojos para siempre.

Luego de ver como su padre exhalaba sus últimos respiros de vida, algo nuevo empezó a surgir en la mente y el corazón del muchacho. Un sentimiento de ira y dolor lo embargaba mientras enterraba el cuerpo de su amado padre y colocaba una piedra como lapida en la orilla del lago. Cuando hubo terminado se levantó de la tierra observando el lugar de reposo de su padre con lágrimas en los ojos.

—¡¡¡Juro que pagaran lo que hicieron, juro que pagaran con sus vidas!!! —exclamo con ira hacia el cielo derramando lágrimas mientras fijaba sus ojos en la luna cuyo brillo estaba teñido de un leve color rojizo.

Esa noche dentro de ese joven tan noble y recto, un nuevo sentimiento surgió, el deseo de venganza empezó a llenarlo, un deseo que cambiaría el destino que fue profetizado para él, uno que lo llevaría por caminos llenos de oscuridad y desdicha de los cuales jamás podría salir. En ese momento, el destino del mundo pendía de un hilo, las decisiones que tomara el joven de ahora en adelante, perseguir su venganza o perdonar los actos de esos hombres, su elección podría sellar de forma definitiva el destino de todos y solo restaba esperar que el joven guerrero tomara la elección correcta y cumpliera el último deseo de su padre.