El guerrero de la armadura negra

El nacimiento de la leyenda

 

Hace muchos años, en una tierra de misterios y leyendas, varios pueblos existían donde se contaban historias de guerreros que antaño, habían combatido contra las criaturas que rodaban en toda la tierra. Cada pueblo tenía la historia de su propio héroe, 5 eran los guerreros que enfrentaron a los seres pero el más grande de todos fue el guerrero de la armadura negra. Muchos años habían pasado y la leyenda decía que los guerreros regresarían pero que no podrían hacer nada si su líder no regresaba con ellos. En esos años en muchas ciudades del mundo buscaban a los niños o jóvenes que fueran los héroes, los reyes hacían pruebas en los castillos formando guardias para mantener sus hogares a salvo de las criaturas con la esperanza que entre esos soldados, se destacara uno de los guerreros de las leyendas. En un pueblo pequeño, parte de uno de los reinos pero olvidado por su rey, una familia, humilde pero muy unida, tuvo a su primogénito, un niño que la pitonisa le profetizo un futuro muy brillante y único.

—Este niño será alguien muy grande cuando crezca, conocido por todos —hablo la mujer de ya avanzada edad cuando conoció al retoño llevado por sus padres a ella en busca de alguna pista de la futura vida de su hijo. Su padre no pudo contener la sorpresa que eso le trajo.

—¿Grande? Pero si somos una familia muy humilde —dijo con muchas dudas del augurio de la anciana.

—Sus orígenes no importan, si no sus acciones, y las de este niño, afectaran a todos los reinos —sentencio la mujer antes de retirarse a su hogar de nuevo.

Luego de ese evento, la familia empezó a preocuparse de su hijo aún más y de su formación. Su padre, luego de escuchar la profecía de que su hijo traería muchos cambios a el mundo, se dedicó a enseñarle una vida recta y como ser un guerrero, conocimiento que el tenia por haber servido en la guardia del rey por muchos años. El temor de que su hijo se volviera un hombre malo que trajera los reinos a la ruina, fue lo que impulso al padre a entrenarlo cuando fue capaz de moverse y hablar, en las artes y reglas de la guardia real, esperando que fueran suficiente para que su hijo siguiera un camino recto y que su futuro fuera tal como fue profetizado, uno muy brillante y que sus acciones trajeran prosperidad a los reinos del mundo.